domingo, 14 de octubre de 2012

Historia de Emilio Fernández, víctima de la Banca y fallecido a la edad de 53 años, narrada por su hija Anabel


Esta es la historia de dos personas humildes, trabajadoras y ahorradoras, mis padres.
Quiero haceros saber que cada euro que mis padres han podido ahorrar, era para ellos un tesoro, dado que provenía del esfuerzo se su trabajo. Si alguna vez habían tenido una entrada extra de dinero, procedía de desgracias como la perdida de un ser querido, o la perdida de sus trabajos. No tenían estudios, dejaron de estudiar muy jóvenes y se pusieron ha ayudar a sus familias, imaginaros pues lo importante que era para ellos la palabra ahorro, ya que había sido en muchas ocasiones lo que les había ayudado a superar problemas y por tanto nunca hubiesen invertido dinero en ningún producto de riesgo y mucho menos del que ellos no pudiesen disponer cuando surgían las dificultades, que dado la situación que se produjo a posteriori, fueron muchas.
Mi padre se quedo en paro, su empresa cerro en cuando la crisis solo había asomado un pie.  Comenzó a buscar trabajo pero conforme la crisis se agudizaba mas complicado se hacía todo, a pesar de ello mi padre no desistía en la búsqueda y recorría cada polígono, oficina de empleo, ETT estuviese lejos o cerca de nuestra localidad. Tenía mucha fuerza y no desistía ningún día. El tiempo pasaba y tenía que compaginar esta búsqueda con paseos  por el campo y  horas de reflexión sentado en una roca de la playa mirando el mar, para tener momentos de desconexión y seguir luchando. Esto le tranquilizaba y como me decía, le hacía recordar que era feliz solo con poder disfrutar de la naturaleza. Mas tarde mi hermano quedo en paro y fue entonces donde la preocupación le hizo pensar más allá de su situación. Había hecho cuentas y desglosado sus ahorros contabilizando cada euro y como podía alargarlo si la situación no se arreglaba,  ya que por su edad se le hacía mas complicado encontrar empleo. Pero cuando mi hermano quedo parado su preocupación paso a,¿ como puedo ayudar a mi hijo?, y su búsqueda de trabajo se amplió también a la búsqueda de un trabajo para su hijo, recomendó a mi hermano a todas las personas y empresas donde iba, hasta en el paro, dijo: Hombre al menos sino tenéis un trabajo para mi, pues para mi hijo que es joven y muy trabajador.
Esto le entristecía mucho, pero rápidamente encontró una alternativa a los problemas de mi hermano y los de él, disponer de sus ahorros para montar un negocio para los dos. Había pensado el una panadería, una casa de comidas, un quiosco de chucherías, una churrería móvil, los proyectos eran todos muy humildes pero le hacían soñar y sonreír, dedicaba entonces su tiempo a mirar traspasos y coger ideas. Pero pronto esa ilusión se vería de nuevo truncada.
Recibieron una llamada del banco, para que pasasen por la oficina, con carácter urgente. Llegaron allí sin saber que era aquello tan importante sin ninguna preocupación ya que en ningún momento se imaginaron aquello que mas tarde les robaría el sueño.
En la oficina le atendió un empleado y les contó pues que os voy a explicar… lo que les han explicado a tantas miles de personas, que no podían disponer de sus ahorros ya que estaban invertidos en un producto llamado PREFERENTES, es decir que el dinero de mis padres no eran otra cosa que hojas de papel que firmaron engañados. Mi padre comenzó a gritar; ladrones, devolverme mi dinero, quiero mi dinero ahora… a lo que el empleado contestaba que no era posible. Grito y grito y siguió exigiendo la devolución de sus ahorros, hasta que se dio cuneta de que el problema no estaba en el tono de voz, sino que no le estaban escuchando. El empleado comento la posibilidad de la recuperación de su dinero en plazos, al menos eso es lo que entendieron mis padres, pero más tardes sabríamos que esto no era más que el famoso CANJE DE BANKIA. Mi padre salió confuso, con rabia, miedo, sufrimiento, y miles de sentimientos que son antónimos los unos de los otros. Antes de marcharse, paso por la ventanilla para despedirse y disculparse con un empleado que les había dado la primera noticia y se había puesto a llorar con ellos, le dijo que  no se preocupase que él no tenía la culpa, que entendía que simplemente era un pobre chico que habían puesto allí para recibir las primeras reacciones. El chico volvió a empañar sus ojos, y le agradeció su humanidad prestándole su ayuda. “Emilio esto que le han hecho a usted no se puede hacer, tenga usted este teléfono y vaya a ver a estas personas que le explicaran con detenimiento lo que le ha ocurrido y la solución que le han propuesto, hágame caso y vaya” .
Cuando llegaron a casa me llamaron para explicarme lo sucedido. Recuerdo perfectamente como me sentí, habían robado a mis padres sus ahorros, mis padres las mejores personas de mundo, los que me han protegido toda la vida y yo ahora no podía protegerlos frente a semejante robo, mis padres dos personas en situación de paro prolongado…
Les pregunte si había alguna solución y me explicaron que habían entendido que si esperaban unos plazos, se les devolvería su dinero en diferentes meses del año. Me mostré ilusionado con la idea de que el problema pudiese tener algún tipo de solución, aunque durante una temporada tuviésemos que ayudar a mis padres. Pero como todo en esta historia no era mas que otro engaño.
Llamamos a aquel número que el empleado les había dado, y rápidamente nos ofrecieron una cita. Teníamos que saber ordenar  todo aquel mar de palabras sin sentido y totalmente desconocidas para personas trabajadoras y humildes. Acudimos a aquella cita, junto con mi pareja, ya que entendimos que cuantas mas personas, menos complicado sería entender aquello que nos iban a explicar. Pero el problema no es que no entendíamos lo que nos habían explicado, es que nos habían mentido, y para personas con la bondad de mis padres, la mentira es un lenguaje que no entienden.
La verdad, de toda aquella verborrea del banco, se resumía en  que habían sido victimas de una estafa bancaría, que lo que ellos habían creído contratar, con su banco de toda la vida, con el director que conocían desde hacía años y en quien confiaban, no era un plazo fijo, sino una inversión en un producto tóxico, de riesgo que para nada les aseguraba su futuro ni su supervivencia, ante su situación de desempleo. Seguimos, aquello que entendieron como la devolución de su dinero en plazos de tiempo, no era otra cosa que mover su dinero a otro tipo de producto, de características similares que para nada les aseguraba la recuperación del 100% de sus ahorros.
Mi padre no pudo esperar a estar solo para mostrar como se sentía y en el mismo despacho rompió a llorar, intentamos tranquilizarle, pero estaba muy nervioso, pensé que salir a la calle le ayudaría, pero empezó a sentirse peor. Tuve que ver a mi padre, el carro de  fuego que luchaba contra olas de diez metros, apagado, derrumbado, hundido, estafado… Cada vez que lo recuerdo siento un dolor inmenso, no podía ayudarle, él siempre había resuelto todos mis problemas y me había puesto algodones cada vez que yo me caía, y ahora yo no podía calmarle su llanto, no podía protegerle.
A medida que pasaban los días, empezaba a darme cuenta de la magnitud del robo. No se trataba solo de la pérdida del dinero, o mejor dicho, de los ahorros de dos buenas personas, sino que nos habían robado mucho más, habían robado la estabilidad emocional de mis padres. Los daños psicológicos empezaron a convertirse el físicos. Mi madre dormía muchas horas, estaba decaída e incluso tuvimos que ir al hospital victima de una crisis de ansiedad. Pero luego aprendió a confiar en los abogados y al ver que mi padre era el que peor lo pasaba, decidió mostrarse un poco mas fuerte al menos en determinados momentos en los que mi padre necesitaba nuestros soporte.
Mi padre por el contrario evoluciono de una forma cada vez más alarmante. Por un lado su situación de paro le atormentaba cada vez más, seguía buscando esos momentos de paz en la playa o la montaña, pero estos ya no le aportaban la tranquilidad  y felicidad de siempre. Tenía problemas para dormir por la noche y durante el día estaba extremadamente nervioso, fuimos al medico, y mi padre rápidamente le proporcionó el diagnostico sin que el medico tuviese que preguntar. Estoy en situación de paro prolongado y me han estafado mis ahorros, el medico al escuchar esto, le dejo hablar durante todo el tiempo que mi padre necesitó,  asintió con la cabeza y entendió todo aquel estado nervioso que le impedía seguir el día a día con normalidad. Problemas de ansiedad por problemas económicos, esto era lo que decía el informe. Pero si yo hubiese tenido que hacer mi propio informe, esto es lo que hubiese puesto.
El paciente Emilio Fernández  Rodríguez, no es un paciente cualquiera, es el amor de mi vida, es mi padre. Los síntomas de la dolencia son, perdida de la sonrisa, perdida de ilusiones,  perdida de los motivos que te hacen vivir cada día con intensidad, perdida de las ganas de luchar, desilusión hacía el sistema de vida y las personas que lo componen… Esto es lo que yo podía ver cada día en mi padre, ya no veía al padre que lejos de darme la vida una vez, me la dio dos veces, y fue el motivo de que yo pudiese sobrevivir en un momento puntual de mi vida. No veía al carro de fuego que conseguía pasar por olas de diez metros sin que se le apagase ni una sola llama, y lo peor de todo es que no solo yo deje de verle así, sino que el mismo dejó sentir esa fuerza que le caracterizaba y que le hacía tener la tranquilidad que su familia siempre estaría a salvo, porque su fortaleza era capaz de acabar con cualquier problema.  Tengo una frase en la cabeza que no me deja vivir. Un día mi padre, estaba llorando desconsolado, y me dijo, hija, mi vida ya no me gusta, estoy todo el día paseando a la perrita, como si fuese un jubilado, encima me han robado mis ahorros, y me cuesta mucho encontrar momentos de felicidad con todo esto a las espaldas. Esto acompañado de un sinfín de lagrimas que seguían apagando a mi carro de fuego y acompañado de un temblor incesante en la mandíbula inferior, hicieron que yo también perdiese la sonrisa. Desde ese día intentaba ayudar a mi padre con largas conversaciones, pero de poco servían, había perdido la credibilidad en mis palabras, porque ahora la vida tampoco tenía sentido para mí, mi héroe, la persona por la que logré una vez sobrevivir hasta que puede también gracias a él volver a vivir, no estaba, se había marchado, me lo habían literalmente robado.
Con el tiempo, conseguimos recuperar una parte del dinero, obligados por la necesidad económica a aceptar el famoso canje y dejar el resto del dinero en mano de los abogados. Pero mi padre decía que él no quería limosna, que él quería su dinero, aquello por lo que el había luchado. Aquello le dio un poco mas de tranquilidad, y la sensación que durante un tiempo tendría las espaldas cubiertas, pero no le devolvió las ganas de vivir ni las ilusiones. El dinero que había recuperado, ya no tenía el mismo sentido que sus ahorros, sus ahorros significaban para el una nueva oportunidad, la oportunidad de poder montar ese pequeño negocio, que ayudaría a él y a mi hermano a trabajar y volver a sentirse útiles, tener ocupaciones, horarios, rutina, responsabilidades… y el recuperar ese dinero solo significaba supervivencia y reunir fuerzas para la gran lucha que tenía por delante. Pero mi padre ya había luchado mucho durante toda su vida y el cuerpo necesita sentir la sensación de descanso, de saber que todo va bien, y supongo que la mente de mi padre ya no tenía muchas fuerzas para seguir a delante y mucho menos para seguir luchando. Hasta los más fuertes se debilitan.
Al final esta debilidad hizo que la última imagen que tengo de mi padre, sea dormido en su cama, con su radio en la mesita, una radio que reparaba constantemente con cinta adhesiva  y gomas del pelo pero que todavía seguía funcionando. Me recuerda mucho a él, se caía y dejaba de funcionar a veces, pero luego siempre conseguía volver a transmitir las sensaciones más bonitas de una melodía. Pero aquel día dejo de sonar y ya nunca más podré escuchar música, porque lo que antes me hacía sentir emociones bonitas ahora solo me hace sentir el horror de que nunca mas podré escuchar la música que mi padre hacía sonar.
Respecto a la lucha de mi padre, voy a intentar seguir con ella, pero para mi no es otra cosa mas, que algo que tengo que hacer, ya que no existe ningún tribunal, donde pueda ir a recuperar a mi padre.
A los que habéis estafado a mi padre solo deciros que hay de una cosa de la que si os puedo culpar abiertamente, de dejarme en la retina la imagen de un padre que no era el mio, os culpo de haberle hecho llorar, de haberle robado el sueño muchas noches, erais los responsables de guardar su dinero a buen recaudo, en teoría una persona utiliza un banco porque dicen que tener el dinero en casa hace que aumenten las probabilidades de robo, tiene gracia… Es la única vez que alguien nos ha robado. 
Dicen que el dinero no tiene capacidad de dar o quitar la felicidad, y estoy de acuerdo, el dinero solo tiene la capacidad de convertir personas en monstruos, pero los ahorros de personas trabajadoras y humildes, que están pasando por esta terrible crisis con muchas dificultades, si tienen la capacidad de hundir o realzar las ilusiones  y las ganas de vivir de personas que solo quieren trabajar y seguir manteniendo su día a día con esas pequeñas cosas que les hacen felices y les dan momentos de tregua ante esta situación tan injusta que el pueblo Español esta viviendo.
Anabel Fernández

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