lunes, 14 de enero de 2013

¿ EMPLEADOS DE BANCA O SICARIOS ?


¿ Recuperaremos la confianza en los empleados de banca ?

Etimológicamente la palabra sicario deriva del latín “sica” que era  un puñal de punta  aguda usado en Roma. El “sicari” solía esconder  la “sica” entre sus ropas y apuñalaba a romanos o simpatizantes lamentándose después del hecho para escapar de la detención.

Este vocablo, hoy tiene un significado distinto, actualmente se emplea para denominar a asesinos a sueldo, que pueden actuar en solitario o en grupo haciendo  trabajos ilegales a cambio de  dinero.

Sicario sería el nombre adecuado para designar  al   empleado de banca de hoy,   porque, si no todos, la mayoría han actuado como sicarios a sueldo de los bancos   vendiendo a sus clientes a traición,  las Participaciones Preferentes  y demás productos de riesgo.

Los sicarios financieros,  han “asesinado” a muchas personas que confiaban en ellos y les han ocasionado un daño físico, moral y psicológico irreparable. No es necesario un cuchillo o un arma para matar a una persona, en esta sociedad de sutilezas y guante blanco, también se puede matar con el engaño, la desprotección, la estafa, el abandono,  el mobbving, hasta la falta de amor puede “matar” a una persona.

Hay quienes piensan de estos empleados irresponsables,  por  ser “personas trabajadoras”, que son gente  honesta y  merecen nuestro respeto. Algunos los justifican diciendo que cometieron  esta estafa por presión de sus superiores, conseguir objetivos marcados por la cúpula y evitar  poner en peligro  sus puestos de trabajo.
















Mi opinión sobre estos sicarios  de la banca es muy distinta,  llevar  a un 8,25 % de la población española a situaciones trágicas y desesperadas e inducir al suicidio a algunas personas  al no poder disponer de sus ahorros, no tiene justificación alguna, y menos si es por cobrar una comisión.

Los sicarios de las Cajas manejan   las operaciones de compra-venta de estos  productos complejos, por lo tanto  tienen  libre decisión de colocárselo a uno u otro cliente de la entidad  dentro de  los  parámetros que la entidad les marca. El empleado que atiende tras la mesa, es el que recibe la queja, la aceptación o la insatisfacción de los clientes sobre los productos contratados. Las Participaciones Preferentes, los  swaps, las primas únicas, los bonos patrióticos, los pagarés etc. son productos financieros que no han satisfecho absolutamente a los clientes y sobre los que de forma continua han expresado sus quejas,  incluso han denunciando al banco y a sus directores por su comercialización. Por tanto, los empleados sabían qué productos estaban cumpliendo las expectativas del cliente y cuáles  no.

Esta información, que debían haber trasladado al usuario para que valorase la conveniencia antes de contratarlos, el sicario  la ocultaba y  tampoco  informaba  del riesgo que podrían correr  sus ahorros. Es evidente que  la entidad sólo  buscaba su propio beneficio por encima de los intereses del cliente. Reservarse la información que  perjudica al usuario y omitir  la que beneficia al banco, es propio de vendedores sin escrúpulos, estafadores y trileros.















Este engaño  permitió a estos empleados,  cumplir con los objetivos marcados y ganar sustanciosas comisiones que se sumaban a su sueldo a costa de lo que perdiera   el pobre ahorrador. Su avaricia, y no la nuestra, fue lo que hizo que siguieran colocándolas a finales del año 2011, asegurando  que nuestros ahorros no corrían peligro, cuando ya sabían con toda seguridad que estos productos acabarían en un corralito. No sirvió de nada que los clientes expresaran que en breve necesitarían su dinero, los sicarios  siguieron  engañándonos.

A estas alturas,  los usuarios siguen contratando, sin saberlo,  productos sofisticados que los bancos y Cajas siguen creando, y que  a la larga, al igual que las preferentes,  les harán perder gran parte de sus ahorros porque los empleados no informan convenientemente.

Empleados irresponsables y de tan escaso compromiso,  demuestran que son incapaces de mantener una relación humana con los demás y   ven a las personas  como un medio para sus fines,  no como un ser humano con dignidad y derechos que deben respetar. Este comportamiento que es más  de un psicópata frio y calculador, que  de un empleado de servicios, es lo que les impide tener  un trato humano con las personas que han depositado  en él su absoluta confianza. Personas que actúan así,  no son dignas de lástima ni de respeto y la posición de victimismo que adoptaron desde que estalló el problema de las preferentes, se parece más a la de un sicario que a la de un trabajador honrado que busca la excelencia en su trabajo.














No obstante, los trabajadores del sector no quieren reconocer su parte de implicación en esta estafa y culpabilizan al sistema de no depurar responsabilidades. Esto les ha llevado a promover algunas campañas de concienciación ciudadana abriendo un blog, “Me declaro inocente”, creado por empleados de este colectivo y promovido por la UGT ( Unión General de Trabajadores)

A partir de ahora, una demostración de lealtad a través de su trabajo diario  bien hecho y no de  justificaciones vacías, será lo único que  devolverá la confianza a los que la perdimos por  completo a causa de las participaciones preferentes. 

Luisa Vicente Santiago