viernes, 7 de marzo de 2014

EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO FINANCIERO

Como dicen en algunas películas, el contenido de este escrito, está basado en hechos reales. Tu eres mi cliente favorito, yo te robo.

Hoy he visitado   una sucursal bancaria  y he percibido en sus empleados una  actitud hacia los clientes excesivamente amable,  para mí,   hipócrita.  Esto me ha hecho reflexionar. Cuatro décadas han pasado,  y seguimos a cuestas con  el Síndrome de Estocolmo.

Lo que he vivido en esta sucursal,   me confirma  que el síndrome de Estocolmo financiero se  ha generalizado  en muchos de los clientes que habiendo sido  saqueados, engañados, y estafados por los empleados de bancos y cajas, hoy los abrazan y los besan,  incluso con  cariño, cuando visitan  las sucursales.

Hace 40 años, los acontecimientos  ocurridos  en Norrmalmstorg ( Estocolmo)  en el banco Kcreditbanken durante un atraco por unos  encapuchados metralleta en mano  y con toma de rehenes, dio lugar al  hoy conocido término “síndrome de Estocolmo”.  Poco después,   el criminólogo Nils Bejerot que colaboró con la policía en el robo, lo acuñaría incorporándose  posteriormente  al  cuadro de  parafilias.
1973 Robo y secuestro en el Kcreditbanken en Norrmalmstorg


Un atracador, un presidiario con permiso, 4 empleados y multitud de rehenes, convivieron 6 días dentro del banco jugando a las cartas y al cinco en raya originándose entre ellos una relación afectiva y de complicidad.

Ante el asombro de todos, una de las rehenes dijo:
“no me asusta Clark  ni su compañero, me asusta la policía”
 Otra rehén después de su liberación expresó:
“Confio plenamente en él, viajaría por todo el mundo con él “.

 Aunque parezca paradójico, durante todo el proceso judicial, los secuestrados fueron reacios a testificar contra sus captores. Ollsón, uno de los atracadores, condenado a 10 años de cárcel, dijo:
 “me llevé bien con todos, en el talego me visitaron dos rehenes”


La reacción psicológica de vincularse emocionalmente al secuestrador, al maltratador,  al ladrón o a la persona que ejerce la dominancia sobre ti,  está relacionada con el miedo y  aparece  en muchas víctimas  como arma de defensa para evitar enfrentarse a  él o a males mayores.

Según datos del FBI, un 27 % de las victimas de 4700 secuestros y asedios recogidos en sus datos, mostraron este síndrome. 
La policía gaseó el banco para acabar con  el secuestro que duró 6 días


En el contexto bancario, la mayoría de los empleados que, obedeciendo órdenes de sus superiores,  nos robaron abusando de nuestra confianza, están siendo manifiestamente  entrenados  por los mandos directivos a semejanza de lo que hacen  los militares con sus soldados. Con esta política, pretenden que olvidemos el vergonzoso episodio de las Preferentes  para  conseguir de nuevo  una clientela   fácil y confiada a quien  colocar productos financieros no recomendables  en nuevas  campañas.  A la vista de la reacción de los clientes,   no les está resultado nada difícil.  

Los empleados, convertidos ahora en pantallas de reputación, entrenados  para ser  afables y serviciales,  actúan bajo reglas que oscilan entre la amabilidad y la simulación de una simpatía y cordialidad superficial y aparente. Estas personas  a quienes  no pagan para pensar, crear o hacer una excelencia de  su trabajo diario, sino para obedecer como robots las órdenes de los Consejos Generales  bajo el estandarte  de   lealtad  a la empresa, simulan lo que saben les gusta al cliente y disimulan la indiferencia que les producimos cada uno de nosotros.

No tengo duda que este cambio no obedece a una reflexión interna por  su deshonesto proceder, más bien me inclino a pensar,  que buscan una  apariencia  que  se mueve en un marco de autoengaño.  Debe ser agotador mantener esta farsa  tras 6 u 8 horas diarias de trabajo. Representa una   falta de honestidad y  demuestra que los empleados siguen siendo  manipulados por sus dirigentes, al igual que lo fueron para ejecutar el robo de las Preferentes.


Aunque la filosofía de las sectas sea algo distinta a la de la banca, aparentemente funcionan  de forma parecida y el resultado es el mismo.  Las sectas  visten  túnicas, y operan en la  clandestinidad ,  los banqueros  utilizan trajes y corbata y se proyectan desde el establishment. En cualquier caso,  ambos se presentan como grupos, o incluso asociaciones de perfil social, cultural o incluso humanitario y   manipulan  la personalidad de sus seguidores con el único fin de   obtener   lucro  y beneficios  alejándose por completo del bien  social.

Creer  que necesitamos el modelo actual de la banca para nuestra   supervivencia económica,  es estar condenados de por vida a que el poder financiero nos sigan engañando y  manipulando a favor s de sus intereses.

No  tropecemos dos veces en la misma piedra. Desconfiemos de propuestas bancarias poco transparentes y oscuras que nos muestran con una sonrisa complaciente. Los bancos no son predisgitarores  que duplicarán nuestro dinero y nos harán ricos. Su único don es encantarnos con espejismos baratos y aparentes  y   hacer  desaparecer de su chistera el dinero   que les  confiamos.

Su impunidad frente a los  jueces,  incluso frente al  Tribunal Supremo del Poder Judicial, debe ser contrarrestada con nuestra oposición firme.  Impidamos  que se cometan estafas como las Participaciones preferentes, que subvencionen  armas y guerras, que evadan capitales a paraísos fiscales, que malversen  fondos del pueblo, y que  inviertan  en asuntos inmorales que destruyen la estabilidad económica y ambiental.

Cuando la hipocresía de los empleados  hacia los clientes,  es de tan mala calidad, sería mejor quitarse la máscara. Esta actitud  que muestran ahora no mejorará nuestra confianza en la banca, el cambio ha de venir desde la cúspide, sus Presidentes y sus Consejos de Dirección. Es hora de cambiar.

Acabo con una frase de Aristóteles:

“No se puede ser y ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto”


Luisa Vicente Santiago

#enxarxa